09/11/2019

La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) define el bienestar animal como “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere”. Sobre la base de esta definición elabora normas científicamente fundamentadas y que desempeñan una importante función, especialmente en el comercio internacional, ya que son las únicas normas de aplicación mundial y con base científica acordadas por las naciones de todo el mundo.
El concepto de bienestar animal en el sector porcino contempla tres aspectos importantes: los referentes al correcto funcionamiento del organismo (que los animales estén correctamente alimentados y sanos), el estado emocional del animal (ausencia de sensaciones negativas como estrés o miedo) y que sea capaz de expresar conductas normales relativas a su especie. A día de hoy, todas las granjas de porcino en España cumplen con la normativa comunitaria aprobada en 2001, que determina las normas mínimas para la protección de cerdos para contribuir a la mejora y mantenimiento de la competitividad de las exportaciones ganaderas (Directiva 2001/88/CE, de 23 de octubre de 2001). De hecho, España fue uno de los primeros países en implementarla al cien por cien.
El sector porcino ha apostado, como en ningún otro país, por cumplir y potenciar esta normativa, e incluso ha ido más allá de las exigencias europeas, complementando estas con otras normativas nacionales, que otros países de nuestro entorno no acometen y que contemplan aspectos como:
- Limitación en el tamaño máximo de las granjas
- Distancias mínimas entre granjas
- Condiciones de alimentación, descanso y desarrollo pensadas específicamente para el bienestar de los animales, no sólo en las granjas, también en su transporte y en los mataderos, en el momento de su sacrificio
- Espacio y superficies mínimas obligatorias que deben disponer los cerdos
- Sistemas de alimentación
- Medidas de bioseguridad en el transporte de animales De esta forma el bienestar de nuestro sector porcino repercute en todos los eslabones de la cadena: desde la granja, transporte y sacrificio hasta la industria y comercialización, lo que supone, en definitiva, que cuando consumimos carne de cerdo de capa blanca o sus derivados, consumimos productos de máxima calidad, saludables, seguros y producidos con bajo impacto ambiental y atendiendo al bienestar de los animales.
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